Pequeños detalles que marcan grandes momentos
¿Cuántas veces hemos dicho eso de “Hoy no tengo tiempo para quedar”?
No hay duda alguna de que este confinamiento nos ha cambiado a todos para mejor. Somos más solidarios, más empáticos, más amables y responsables con lo que nos rodea.
No conocíamos la sensación de no poder estar en persona junto a nuestros amigos o familiares, pero nos hemos sabido adaptar a la situación. Si antes nos gustaba salir a tomarnos un aperitivo con nuestra gente, acompañándolo con una cerveza y un plato de aceitunas o encurtidos, ahora lo valoramos más.
Y si antes no pasábamos tanto tiempo con nuestra familia, ahora disfrutamos sentándonos con ellos y poniendo unas patatas fritas con unas olivicas en el balcón, viéndonos a través de una pantalla seguimos compartiendo momentos divertidos con los amigos y familiares que están más lejos…
También el trabajo se ha transformado en un momento para compartir con tus compañeros, lo que se había convertido en una costumbre ahora es una oportunidad para conocer en profundidad a tu pequeña familia mientras os tomáis el aperitivo juntos.
Pero si algo nos está enseñando esta situación, es volver a conectar con los vecinos. Aquellos con los que antes apenas intercambiábamos unas palabras, ahora apetece verlos, preguntarle qué tal el día e invitarle a tomar algo de ventana a ventana.
Nos hemos dado un respiro a nosotros mismos que no sabíamos que necesitábamos. Si algo le podemos agradecer a la situación actual, es el aprender a valorar estos pequeños detalles.
Muchos de nosotros hemos descubierto que llevamos un chef dentro que es capaz de cocinar platos como arroz con verduras ‘’yeyé’’ o cebollas encurtidas rellenas de carrillera al Pedro Ximénez. Algunos incluso nos hemos atrevido con las recetas de nuestro primer recetario.
Nos cuidamos más y eso nos hace sentir más cómodos. Pero este no es el único hábito saludable que estamos desarrollando, salir la terraza, tomar el sol, hacer ejercicio, jugar, llamar a todos tus conocidos para saber cómo están, hacer en planes en familia, leer un libro, ver una serie, o aplaudir cada día a las 20:00 agradeciendo a los sanitarios su trabajo y sacrificio, se ha vuelto una rutina diaria. Pero bendita rutina.